sábado, 4 de junio de 2011

Diferencia




Papás nacidos aquí, yo nacida aquí, pero abuelitos nacidos allá…muy muy lejos. Desde siempre, la misma conversación:
“Y usted, ¿de dónde es?”
“Di…de aquí, igual que usted.”
“¿Cómo, cómo? Pero…”


Después de un rato ya uno se cansa, y simplemente se ahorra toda la explicación y omite datos que siempre confunden:
“Yo nací aquí. Mi familia viene de allá. Sólo sé hablar español.”
“Ah…ya…”


No quiero decir que las preguntas tengan un tono excluyente. No, no. Para nada. He aprendido que básicamente, la gente es curiosa y usualmente no se quedan con la duda. De verdad no me molestan las preguntas. Ahora me da risa. Ahora respondo rapidito y sin rodeos. Pero mi origen, mi identidad, me confunden un poco.

Me veo como mis orígenes, pero no es lo que me define. Vivo en otro contexto, pero tampoco soy totalmente parte de él. Entonces, ¿de dónde carajos soy? A mis 18 años todavía no estoy segura de cómo sentirme al respecto. Y quizás si no existiera una diferencia física (estos ojos chinitos y el pelito lacio), los demás no lo notarían. Lo curioso es que yo lo olvido, pero los demás no.

Digamos que me voy a Asia, que me voy a China. ¿Y ahí, qué? Me confundo con la multitud, pero sigo sin ser igual a ellos. Ni siquiera les entiendo. ¿Y aquí, qué? Hablo igual, como igual, pero me veo diferente.

No crean que me estoy dando demasiada importancia, yo diría que esto es un mini-problema existencial, que no tiene relevancia. Pero el otro día me puse a pensar –porque ahora pienso, ajá- que está bien expresar estas pequeñas estupideces.

Estas pequeñas estupideces personales son las que de alguna forma nos definen, nos hacen ser quienes somos. Y no debería importar que las dijéramos, aunque fuera de vez en cuando. Aunque solo sea una vez.

Sobre la foto. No hay mucho que decir. Sólo que me hubiera gustado usar frijoles blancos de verdad. Pero nos los comimos la semana pasada. Así que no quedó más remedio. Utilicé un lente macro que por ahí tengo y me tiré al piso por un ratote hasta que tomé ésta y otras más que no me convencieron tanto. Tomada el 3 de junio del 2011.

jueves, 2 de junio de 2011

La primera entrada.

Necesito ir más despacio. Eso de estar ocupada es una excusa que uso demasiado. Seamos sinceros, si no fuera por este montón de excusitas, mi vida sería más productiva. Pero, existen las buenas excusas, o por lo menos, este blog va a ser mi buena excusa. Quiero hacer las cosas que siempre me han gustado, regresar a lo de antes, antitos de entrar a la U.

¿Qué quiero con mi blog? Lo mismo que todos. Espero que alguien, aunque sea una persona, se identifique con lo que hago y escribo, pero si no es el caso, me conformo con poder volver a mis primeras entradas algún día, y ver –ojalá– cuánto he cambiado. (Tal vez con más canas...¿quién dice que no?)

Me dijeron por ahí que todos los días debía hacer algo que me llevara a lo que quiero ser. Este blog es mi excusa para jugar con lentes, para tomar fotos cuando sea y como sea, para reflexionar un poquito sobre el sentido de lo que hago a diario. No quiero que me consuma la cotidianidad y mucho menos, olvidar cómo se siente hacer algo que a uno le gusta. Tal vez suene a utopía, pero, ¿a quién no le gusta soñar?

Llevo meses sin dedicar tiempo a la fotografía, quiero obligarme a hacer tiempo, a observar a través del lente de mi cámara, a ver y encontrar algo. Pero eso sí, aclaremos: yo no soy ninguna fotógrafa. Soy una gigantesca amateur. No sé mucho –básicamente nada– de los aspectos técnicos, pero me muevo por pasión y determinación. No es que no sea necesario, tengo que aprender. Pero…es que no lo he hecho –todavía–. ¡Procrastino demasiado!

De aquí surge el nombre de mi blog, lentéandome, lente-ándome. ¿Lo vieron? Simplemente, ir despacito, muy despacito y a través del lente, hacerles saber que voy lento, pero seguro.